"Como es mi estreno de columnista, debo explicar el sentido que tendrá esta entrega quincenal y el nombre con el que he bautizado estas reflexiones y pensamientos. Antes de ello, permítanme dedicar todas las entregas que realice a mi padre, Walter Villagómez Muñoz (aka Claudio Páez h.), que fue un periodista sagaz como pocos y que se divirtió mucho con una columna donde se mofaba de la sociedad paceña.
Lo de mi padre atacaba el meollo de la pequeña aristocracia del pueblo: su banalidad. Lo mío será más discreto e irá en otra dirección. Escribiré sobre esas construcciones culturales que toda sociedad urbana levanta y que ahora tienen el pomposo nombre de “Imaginarios”.
Los estudios sobre este tema están de moda y los profesionales dedicados al mismo están desbancando a los urbanistas en el entendimiento de la ciudad. Cansados de analizar la ciudad como técnicos fríos que reducen la vida urbana a estadísticas, proyecciones y USPA, ahora se analiza la ciudad desde sus ideas colectivas, desde sus sueños e idealizaciones y, por qué no, desde sus temores y los fantasmas que ellos crean. Estas construcciones culturales de grupos sociales o de personajes excepcionales calan profundo en la sociedad urbana y llegan a ser inamovibles “dogmas de fe”.
La Paz es una cantera inagotable de imaginarios que se renuevan a la velocidad de nuestra movilidad social. A pesar del tamaño de pueblo grande que tenemos, esta ciudad es rica en producciones culturales. La ciudad de La Paz tiene apenas 800.000 habitantes con una tasa de crecimiento de ciudad europea, es decir, crecemos un poquito cada año. Pero aún así, tenemos múltiples acontecimientos y sucesos que van desde las cumbres culturales hasta acciones inexplicables que el mismo surrealismo no entendería. Imagínate a Bretón caminando por la calle Huyustus en un día de “ch’alla”.
Algunos imaginarios quedan como memoria urbana y son patrimonio intangible. Otros se forman por eventos inusitados (recordemos la mortal riada del 2002) y otros por personajes inolvidables (recordemos a Carlos Palenque). Imaginarios son también las obras que nos distinguen a los paceños (no pondré @ odio ese amaneramiento) como nuestro arte, individual o colectivo: la fiesta de “Gran Poder” o la Larga Noche de los Museos. Si nos gusta tanto la calle, ¿por qué se suprimió la noche de San Juan, acaso una noche de La Paz se parece a la marea negra de la BP? "
Por Carlos Villagómez - publicación en la Razon digital - el 010610
Lo de mi padre atacaba el meollo de la pequeña aristocracia del pueblo: su banalidad. Lo mío será más discreto e irá en otra dirección. Escribiré sobre esas construcciones culturales que toda sociedad urbana levanta y que ahora tienen el pomposo nombre de “Imaginarios”.
Los estudios sobre este tema están de moda y los profesionales dedicados al mismo están desbancando a los urbanistas en el entendimiento de la ciudad. Cansados de analizar la ciudad como técnicos fríos que reducen la vida urbana a estadísticas, proyecciones y USPA, ahora se analiza la ciudad desde sus ideas colectivas, desde sus sueños e idealizaciones y, por qué no, desde sus temores y los fantasmas que ellos crean. Estas construcciones culturales de grupos sociales o de personajes excepcionales calan profundo en la sociedad urbana y llegan a ser inamovibles “dogmas de fe”.
La Paz es una cantera inagotable de imaginarios que se renuevan a la velocidad de nuestra movilidad social. A pesar del tamaño de pueblo grande que tenemos, esta ciudad es rica en producciones culturales. La ciudad de La Paz tiene apenas 800.000 habitantes con una tasa de crecimiento de ciudad europea, es decir, crecemos un poquito cada año. Pero aún así, tenemos múltiples acontecimientos y sucesos que van desde las cumbres culturales hasta acciones inexplicables que el mismo surrealismo no entendería. Imagínate a Bretón caminando por la calle Huyustus en un día de “ch’alla”.
Algunos imaginarios quedan como memoria urbana y son patrimonio intangible. Otros se forman por eventos inusitados (recordemos la mortal riada del 2002) y otros por personajes inolvidables (recordemos a Carlos Palenque). Imaginarios son también las obras que nos distinguen a los paceños (no pondré @ odio ese amaneramiento) como nuestro arte, individual o colectivo: la fiesta de “Gran Poder” o la Larga Noche de los Museos. Si nos gusta tanto la calle, ¿por qué se suprimió la noche de San Juan, acaso una noche de La Paz se parece a la marea negra de la BP? "
Por Carlos Villagómez - publicación en la Razon digital - el 010610
David Antonio Vila Fonseca:
Como comentario, respecto al articulo de Carlos Villagomez
Es correcto, ahora se va viendo mas la ciudad desde su alma, desde sus esencias, desde esa topofilia que hace que nos apropiemos de los espacios, construyendo lugares - lugares, que son de cada ciudadano y de todos, vemos la ciudad como una multiplicidad de acciones soprepuestas y actuamos en multiples capas.
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