¿Sera verdad?
Me pregunto si será verdad, que los paceños somos
tímidos, en especial cuando se habla de escoger colores, sean estos para vestir
o para pintar el mundo que nos rodea, desde el interior de nuestras viviendas
hasta el exterior de ellas.
Por mucho tiempo he escuchado que somos tímidos, pero si
abrimos bien los ojos y nos preocupamos por observar aquellos que nos rodea
creo que descubriremos que este “mito” es falso. Tal vez en el diario vivir, escogemos
atuendos bastante serios, sea para trabajar o para estudiar, y así mismo quizás
la decisión mas fácil al momento de pintar una habitación sea el suave color
marfil o el mal llamado “beige” que al fin y al cabo combina con todo;
pero pienso que cuando decidimos llamar
la atención lo logramos de muy buena manera, solo hace falta una fiesta o una
nueva construcción en el centro o en las laderas para darnos cuenta de ello.
Si de fiestas se trata miren a la mas importante de todas
las fiestas que se llevan a cabo en nuestra ciudad, el Gran Poder, no es mas
que una explosión de color, en todas las escalas y las combinaciones, las
tropas de señoras de pollera, uniformadas de pies a cabeza con una sincronía
perfecta, telas fabricadas especialmente para la ocasión y colores de los mas
llamativos, para quedar grabadas en la memoria del publico que las va a ver,
pero no son solo morenadas en cada una de las danzas podremos observar brillos
y combinados inverosímiles desde los
textiles hechos a mano en los pujllay, los bordados en los caporales, las plumas
y polleras en los suris, hasta los combinados mas extravagantes e inventados
para ser la novedad de la fiesta, algunos podrán tener un origen en colores
propios de nuestro altiplano , como el lila de la flor de la papa o quizás
otros combinados mas audaces copiados de
algún héroe televisivo o un equipo de futbol, eso si todos en búsqueda de
llamar la atención y resaltar entre todos.
Esta forma de ser en el folklore, creo yo que ha sido
llevado a la arquitectura, un paseo por la ciudad de El Alto y quedaremos
convencidos que los colores no son solo invitados en una fiesta , sino parte de
la arquitectura popular, grandes edificios, son decorados por dentro y por
fuera , para llamar la atención, para ser vistos desde lejos y ser reconocidos,
entre las mas interesantes combinaciones y vidrios de colores se esconden,
salones de fiesta, locales comerciales, departamentos y pequeños chalets; es
decir que no importa mucho la relación entre el color y la función, lo que
importa es llamar la atención y mas aún demostrar la importancia de la familia
dueña de casa; así como la fiesta y el
baile son una expresión folklórica de poder económico y social, las nuevas
construcciones no se quedan atrás y demostraran la posición económica y social
de sus dueños a través de el color y el
brillo.
Es por esto que llego
a la conclusión de que el paceño, no es tímido, es mas le gusta
demostrar que es parte de un grupo o una fraternidad, le gusta que su vivienda
sea reconocible; el paceño a usado el color en los últimos años para hacerse
notar y en medio del clima árido no hay mejor manera de resaltar que utilizar
como en los aguayos los colores mas chillones del arcoíris nacional.
Arq.
Naldi Campanini I.